1984. II Simposio Internacional de Literatura: Evaluación de la Literatura Femenina de Latinoamérica, Siglo XX.

1984. II Simposio Internacional de Literatura: Evaluación de la Literatura Femenina de Latinoamérica, Siglo XX.

Los días 9 al 14 de julio se llevó a cabo en la Universidad de Costa Rica, San José el Segundo Simposio Internacional de Literatura: Evaluación de la Literatura Femenina de Latinoamérica, Siglo XX. Organizado con la colaboración de la Universidad de Costa Rica y California State University, Los Ángeles y el apoyo de la Embajada Argentina a cargo de Rubén Vela.  Se realiza este evento a instancia del gran poeta argentino Rubén Vela, en ese entonces Embajador de la República Argentina en Costa Rica. En mérito a su esfuerzo se logra la internacionalización de los simposios del Instituto. Participaron figuras prestigiosas de las letras femeninas de Latinoamérica e Isabel Allende quien presentó su primera novela La casa de los espíritus. Se presentaron noventa ponencias, treinta y siete de distintas universidades de Estados Unidos, Canadá y Europa, el resto de Latinoamérica. En este simposio, como dijimos anteriormente, se organizó un panel en homenaje a Isabel Allende  -hoy famosa escritora de Latinoamérica- con la participación especial de la escritora quien expresa en su conferencia:

 

       Agradezco mucho esta invitación del Instituto Literario y Cultural Hispánico a participar en este simposio, donde tengo ocasión de aprender sobre literatura femenina en América Latina. Me sonroja tomar la palabra delante de ustedes, que conocen el tema mucho mejor que yo. No soy especialista en esta materia, ni en ninguna otra en realidad.

     Al contrario de otros escritores que han recorrido el arduo camino de las letras, yo tome la literatura por asalto. Se puede decir que me lancé al abordaje, como un pirata, y ahora navego alegremente en estas tormentosas y apasionantes aguas. Por lo tanto sólo puedo hablar de la 'Escritora y su Creación', dentro de los límites de mi experiencia, acumulada cada mañana cuando me siento ante una hoja en blanco, sonrío y golpeo las teclas de mi máquina de escribir.

     Les ruego ser tolerantes con el tratamiento informal que daré a esta breve exposición. Me daré el lujo de hablar desde la emoción partiendo de la base de que los aspectos históricos, psicológicos y literarios serán tratados por las otras personas de este simposio. [...] Resulta poco elegante tomar como ejemplo mi propio libro para hablar de vivencias que son comunes a todos los escritores, pero lo hago porque es el caso que tengo más cerca y el que mejor conozco. La casa de los espíritus fue para mí una larga fiesta y también un acto de dolor. Allí está toda la risa acumulada en casi cuarenta años y todo el llanto por el sufrimiento de mi patria. Y cuando digo patria pienso en toda América Latina desde los helados archipiélagos australes hasta la verde naturaleza del norte, todo lo largo y ancho de esta tierra, donde impera la desigualdad social, la dependencia, la miseria, el militarismo, las lágrimas y la sangre vertidas.

     La risa ha sido una constante en mi vida y en mi trabajo. Durante los años que ejercí el periodismo procuré, siempre que fuera posible, imprimir un sello humorístico a mis artículos. Al principio era una estrategia, porque me di cuenta de que había poca competencia en ese campo y los lectores buscan con avidez cualquier chispa que los haga sonreír; pero después comprendí que el humor es un arma formidable, una manera eficaz de decir las cosas más serias de este mundo. Aprendí a observar con más cuidado la realidad, porque el humor consiste en dar una vuelta más a las situaciones, ver el lado oculto, mirar por detrás. Eso me ha servido mucho en la tarea de escribir libros.

     Y así como la risa y la dicha me han acompañado siempre, marcándome el alma y la cara con surcos imborrables, del mismo el llanto me ha dejado sus huellas. Escribí La casa de los espíritus como una forma de secarme las lágrimas que llevaba por dentro y darle cuerpo al dolor, para hacerlo mi prisionero. Le atribuí a la escritura el poder de resucitar a los muertos, reunir a los dispersos, reconstruir un mundo perdido.

     [...] Durante años sentí que me lloraba el corazón. Pero yo no tengo paciencia para la tristeza y poco a poco la pena se fue convirtiendo en rabia y el aire libertario de mi nueva patria sanó mis heridas. Entonces, un día de enero de 1981, decidí recuperar el pasado y sobrevivir a mi propio espanto. Coloque una hoja en la máquina y me sumergí en una casa llena de espíritus que se parece a la ciudad de Elsa Morales. Abrí las puertas una a una, recorrí sus habitaciones y encontré lo que creía para siempre olvidado. Así pude rescatar los recuerdos, traerlos al presente, hacerlos míos. Eso tiene de extraordinario un libro: es como un desván donde se pueden almacenar tantas cosas, desde los trastos viejos hasta los más sutiles tesoros. Escribí la larga historia de una familia, con la intención de reflejar también un país, tal vez un continente. Era un proyecto muy pretencioso y lo aborde con la inocencia del principiante. Cuando ahora pienso en ello tiemblo de susto, pero entonces escribí tranquilamente y sin pausa, hasta terminar la página quinientos con las mismas palabras con que comencé la primera. En ese trabajo, como en todo instante de mi vida, hubo dicha y quebranto, hubo risa y llanto, los dos materiales que forman mi canto. Siento que la vida está hecha de luz y de sombra y mi oficio consiste en reflejar ambas. Quisiera que  mis palabras escritas pudieran interpretar a otros que ríen o que lloran. Me gusta imaginar que mi canto y el canto de ustedes es el mismo canto, que el canto de todos es mi propio canto.

 

         El panel estuvo integrado por Rose Minc, Gabriela Mora, Teresa Méndez Faith y Mario Rojas. En 1986 se publicó el volumen respectivo en dos tomos. En dicha ocasión se llegó a las siguientes conclusiones:

 

1)  El  simposio  se  realizó  con  un  espíritu de verdadero profesionalismo en el que se beneficiaron tanto los escritores y profesores que vinieron del extranjero como los de Costa Rica, todos aprendieron de todos, en fecunda concertación.

 

2)  Apertura a un tipo de investigación basada sólidamente en los conceptos teóricos más recientes que fueran expuestos en las diferentes sesiones del Simposio.

 

3)  Descubrimiento de nuevos valores dentro de las letras femeninas latinoamericanas.

 

4)  Organización impecable: todo fue considerado con  la  debida atención, desde una cuidadosa selección de participantes hasta detalles como actividades artísticas y culturales, visitas a lugares de interés en el país, alojamiento apropiado, etc.

 

5)  Interrelación con hispanitas  provenientes  de  universidades extranjeras y sobre todo con creadores, críticos y profesores de América Central cuyos textos, por múltiples razones, no son accesibles como los del resto de América Latina.

6)  Potencialidad de nuevos temas para proyectos de investigación en todos los niveles.

 

7)  Desarrollo y promoción de liderazgo, ya que de congresos de esta envergadura nacen ideas para otros.

 

8)  Acercamiento entre representantes de universidades extranjeras y costarricenses. Cabe destacar la importancia de esas universidades ya que se trata de centros de enseñanza superior no latinoamericanas tales como: University of California, Irvine; California State University, Chico; California State University, San José; California State University, Los Ángeles; California State University, Domínguez Hills; McGill Unversity, Canadá; Comparative Literature, Rutgers University, New Jersey; Wellesley College, Massachusetts; Brandeis University, Waltman, Massachusetts; University of Florida; University of Kansas; University of Cincinnati; California State University, Pomona; Montclair State College, New Jersey; Queens College, New York; The Catholic University of América, Washington; University of St. Thomas, Houston, Texas; State University San Marcos, Texas; Universidad de Utrecht, Holanda; University of London y Universidad de Puerto Rico, que han tomado contacto con las ilustres universidades de Costa Rica, en fructífero diálogo académico.

 

9)  La participación de las Universidades de El Salvador, Panamá, Nicaragua y Guatemala, a través de sus profesores, fue valiosa para el mejor conocimiento de la literatura de dichos países.

 

10)  Los comentarios de los asistentes, en general, hicieron hincapié en que este Simposio fue una tarea ciclópea, enriquecedora, que mantuvo en todo momento el nivel intelectual y el interés de los participantes. Esto no limitó la cordialidad y el acercamiento personal tan necesario de los múltiples talentos concentrados en este evento, cumpliéndose así con los firmes propósitos panamericanistas de este Simposio.

 

11)  Dio mayor relieve al Simposio la presencia de las escritoras: Claribel Alegría, Isabel Allende, Alba Lucía Ángel, Marcela del Río, Mía Gallegos, Ana Istarú, Luisa Mercedes Levinson, Carmen Naranjo, Sylvia Puentes de Oyenard, Syria Poletti, Lilia Ramos, Luisa Valenzuela, Rima de Vallbona, etc y otras no menos importante.

 

12)  Es importante destacar que el Comité de Coordinación de los Estados Unidos de Norteamérica trabajó arduamente y en forma muy eficaz en la organización, pero nada hubiera sido posible sin la valiosa colaboración, esfuerzo y acierto del Comité de Costa RIca.

 

13)  El Instituto Literario y Cultural Hispánico de California; California State University, Los Ángeles y todos los participantes llegados de otras latitudes agradecen sinceramente al Gobierno de Costa Rica, a las beneméritas universidades de este país: Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional de Costa Rica, a la Embajada Argentina, al Teatro Nacional de Costa Rica, a la Editorial de Costa Rica, a EDUCA y al Museo de Arte Costarricense.

 

14)  Se felicitó a la Dra. Juana Alcira Arancibia por su brillante labor como organizadora y presidenta del Segundo Simposio Internacional de Literatura, recalcando que sin su iniciativa y esfuerzo el evento no hubiera tenido lugar. La Dra. Juana Alcira Arancibia, "Alma Mater" del Instituto Literario y Cultural Hispánico que fundara en 1979, recibió el cálido aplauso de todos los presentes.

 

15)  La poeta Graciela Moreno, con un brillante discurso de clausura, dio por finalizado el Simposio que durante cinco días mantuviera atento al público costarricense.